El cerebro trino: La conciencia frente al instinto supervivencia
El cerebro humano es un órgano increíblemente inteligente: lleva 500 millones de años evolucionando y perfeccionándose. Según la Teoría del Cerebro Triuno, gran parte de nuestro cerebro "humano" se hereda de animales que no se parecían (ni pensaban) mucho a nosotros. Sugiere que tenemos que agradecer a nuestros antepasados peces, reptiles y mamíferos muchos de nuestros instintos de supervivencia más vitales, incluida nuestra capacidad para formar vínculos sociales y parentales.
La teoría fue planteada por primera vez por el neurocientífico Paul D. MacLean en la década de 1960, y ha sido discutida en años más recientes. Pero para los que no tenemos un doctorado en neurociencia, puede ser un marco útil para entender que las diferentes partes de nuestro cerebro tienen una poderosa -y a veces conflictiva- influencia en nuestros comportamientos, pensamientos y emociones. Esto, a su vez, puede darnos más autocompasión. Recordar que somos tan animales como humanos puede ayudarnos a entender por qué nuestros mecanismos de supervivencia pueden a veces sacar lo mejor de nosotros, y ofrecer una hoja de ruta hacia una mayor armonía entre las extraordinariamente complejas interacciones neuronales que tienen lugar en nuestras cabezas. He aquí una introducción a los tres cerebros diferentes del Modelo Cerebral Triuno.
Tu cerebro reptiliano: Supervivencia
En el núcleo del cerebro humano se encuentra lo que se conoce como cerebro reptil, o cerebro de lagarto. Según la Teoría del Cerebro Triuno, éste es el "más antiguo" de los tres cerebros, y comprende el tronco cerebral y el cerebelo. Es el responsable del funcionamiento autónomo, la autorregulación y los instintos de supervivencia. El cerebro de los reptiles zumba constantemente en segundo plano, como un servidor informático encargado de los procesos más básicos pero cruciales. Aquí se controlan la digestión y la respiración, así como las respuestas a los traumas de lucha, huida y congelación. Cuando esta parte del cerebro recibe información sobre un peligro importante, desconecta cualquier proceso innecesario y dirige los recursos físicos hacia la autoprotección.
El cerebro de los mamíferos: Memoria y emoción
El cerebro límbico, o mamífero, es responsable de un espectro emocional más amplio, del compromiso social y el apego, y de una mayor conciencia de la experiencia y la memoria. Incluye la amígdala, que se encarga de la memoria y la regulación emocional, y es especialmente sensible a la percepción de amenazas. Si bien es responsable de vincular las emociones positivas a los recuerdos, también es donde se regula el miedo. Nuestros recuerdos traumáticos y estresantes se archivan, aunque no los recordemos conscientemente, para que el cerebro pueda reconocer futuras amenazas. Este cableado está listo para alertar a la respuesta de estrés del cerebro reptiliano no sólo cuando surge un peligro mortal, sino para cualquier cosa que parezca sospechosa de daño físico o emocional, lo que se complica aún más por el funcionamiento de la corteza cerebral.
El cerebro humano: Conciencia e imaginación.
Tenemos que agradecer a la corteza cerebral nuestros rasgos más humanos: el pensamiento consciente, el lenguaje, la imaginación y la creatividad, y la razón y la racionalidad. Los entresijos de la cultura humana existen en los dos hemisferios de esta enorme parte "más nueva" del cerebro. La mente subconsciente también está en constante interacción con el sistema límbico y el cerebro reptiliano, y siempre por nuestro mejor interés: el de nuestra supervivencia. Sin embargo, los mensajes entre la corteza cerebral, donde las posibilidades de amenaza son infinitas (debido a esa enorme imaginación) y el cerebro reptil (que no tiene la capacidad de separar la realidad de la ficción) pueden confundirse. Con la amígdala hipersensible actuando como mediadora, el miedo puede convertirse en la configuración por defecto, incluso cuando somos racionalmente conscientes de que no estamos bajo ninguna amenaza. Un "secuestro" de la amígdala se produce cuando la respuesta al miedo se vuelve tan intensa que el cerebro reptiliano cierra el funcionamiento cerebral (porque no se considera vital para la supervivencia inmediata) y entonces resulta difícil pensar con claridad.
Una reconciliación de las mentes
Considerar el cerebro de esta manera hace que sea más fácil entender por qué hay una lucha tan fuerte entre nuestros comportamientos irracionales y nuestra mente consciente, y por qué a veces puede haber tal desconexión entre nuestras emociones y nuestra experiencia. Parece que la ansiedad, la depresión, el estrés crónico y las enfermedades físicas podrían ser el resultado de enlaces neuronales defectuosos entre estas diferentes funciones cerebrales. Este marco también ayuda a explicar por qué no podemos liberarnos del estrés. El cerebro reptiliano necesita saber que está a salvo para que todo funcione de forma óptima, el cerebro mamífero es más capaz de disfrutar de una conexión emocional positiva cuando todo funciona de forma óptima, y el cerebro humano es libre de funcionar de forma más lúcida, inspirada y creativa cuando los dos anteriores están satisfechos. Y si hay que creer en este patrón de pensamiento, parece que establecer la seguridad interior y recablear los fallos para reconciliar nuestra mente consciente con nuestro cerebro de reptil puede llevarnos de la supervivencia a la prosperidad, y ayudarnos a impulsar nuestra mejor vida humana.
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